Desde que estaba en tercero de secundaria, nuestro primo Toño Vega Espejo supo que su vida era la actuación, y no dudó en perseguir sus sueños. A los 20 años, Francisco Lombardi lo llamó para La ciudad y los perros, tres años después actuó en La Fuga del Chacal (Augusto Tamayo), y en 1988 fue Vitín Luna en La Boca del Lobo (Lombardi), película que hasta ahora ve todos los domingos en su casa porque le sigue conmoviendo "ese muchacho".
Hasta que llegó ‘Mágico’ Sandoval, el bonachón manager de Las Vírgenes de la Cumbia. Un tipo que tuvo mucha fama como músico y que vuelve a retomar la batuta cuando decide formar un cuarteto de ‘Marías’ a ritmo de tecnocumbia.
Claro que ni bien terminó la grabación, Toño volvió a su hábitat: el switcher, al frente de la dirección de Así es la vida.
Pero los sueños continúan. En el barrio de San Efraín, Toño se reencontró con Gustavo Bueno, con quien ha actuado en películas y telenovelas.
"Yo sólo espero que alguien escriba un guión para trabajar con mi hermano Gustavo y con Pancho (Lombardi), él es un gran director de actores. Ese es mi nuevo sueño. Además, tengo un proyecto para dirigir un largometraje", expresa.
–¿Cómo nace tu pasión por la actuación?
–En el glorioso colegio Reina de las Américas, de Balconcillo. Estaba en tercero de secundaria y mi profesor Antonio Sánchez, que enseñaba literatura, encendió la llama que tenía escondida. Formé el círculo de teatro y después ingresé a la Escuela Nacional de Arte Dramático. Cuando yo entraba, egresaban Aristóteles Picho y Alfredo Lévano. De mi promoción es ‘la negra’ Tatiana Espinoza (Milady, manager de las Diablitas en Vírgenes de la Cumbia), también Paco Ferrer –ríe– y Alex Otiniano.
–¿Y tus padres estaban de acuerdo?
–No era fácil en aquella época. Ellos querían que fuera abogado. Para decirles que había dejado la academia les invité un chifa con mi primer sueldo, y mi padre me dijo que aun si escogía ser basurero, tendría que ser el mejor.
–¿Cómo así tuviste trabajo?
–He tenido suerte. Cuando estaba en el primer año de la escuela, el teatro nacional montó la obra Atusparia, y llamaron gente del grupo Histrión y de la ENAD para que hagan la comparsa. Pero Mario León, quien era el lugarteniente de Atusparia, tuvo un accidente y yo lo reemplacé. Era un papel pequeño, pero que siempre estaba al lado del protagonista.
–¿Y las películas?
– Primero me convocaron para Maruja en el infierno, pero me retiré porque estaba con esa onda supuestamente purista de hacer solo teatro. Pancho me llamó de nuevo para La ciudad y los perros. Fue Enrique Mavila quien me evaluó, y a él le gustó mucho lo que hicimos "los chicos" Miguel Iza, Aristóteles Picho, David Meléndez, Juan Manuel Ochoa y yo. Entonces llamó a Pancho, vino Pili Guerra y la jefa de producción, la china (Susana) Bamonde.
–¿Fue ahí el primer flechazo con Susana?
–Mmm... Sí, bueno, ahí fue el primer impacto –ríe–. Después ya salimos y nos casamos.
–¿Ha sido difícil, siendo tú actor y ella productora?
–Bueno, no ha sido fácil, pero para eso tenemos un pacto: cuando estamos en casa, no hablamos de trabajo.
–¿Cómo llegas a estar detrás de cámaras?
–Para mí es una segunda etapa. En Iguana comencé alternar la actuación con la asistencia de dirección. Aprendí de Lucho Barrios.
–¿Y cómo eres?
–El chico de barrio al que enseñaron que no hay actor de teatro o cine. Hay buenos o malos actores. Nunca me quitó el sueño ser galán. Uno solo debe hacer su trabajo honestamente. Nada más.
FAN DEL LOBO. Todos los domingos ve con su familia La Boca del Lobo. "Me conmuevo viendo a Gustavo Bueno y a ese chico (él)".ENLACES:
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http://www.youtube.com/watch?v=2BeDFbRC5t0La Fuga del Chacal:
http://www.youtube.com/watch?v=bJnIqyzlUJE
Desde que estaba en tercero de secundaria, nuestro primo Toño Vega Espejo supo que su vida era la actuación, y no dudó en perseguir sus sueños. A los 20 años, Francisco Lombardi lo llamó para La ciudad y los perros, tres años después actuó en La Fuga del Chacal (Augusto Tamayo), y en 1988 fue Vitín Luna en La Boca del Lobo (Lombardi), película que hasta ahora ve todos los domingos en su casa porque le sigue conmoviendo "ese muchacho". 
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